Covadonga
Covadonga
Covadonga medieval
Gonzalo Barrena
Las crónicas medievales asturianas, en sus tres versiones, Rotense, A Sebastián y Albeldense, refieren las noticias documentales más antiguas (siglo IX) sobre Covadonga y su entorno, de gran interés estratégico para cierta nobleza goda como lo eran otros abrigos cantábricos.
Esas crónicas medievales resaltan la convocatoria que respalda la rebelión de Pelayo ante las nuevas autoridades musulmanas. El texto literal de la crónica alfonsina en su versión rotense “Y él (Pelayo) dirigiéndose a tierras montañosas, reunió a cuantos halló que iban a concejo” entraña una interesante expresión —todavía vigorosa en la práctica consuetudinaria— que hace alusión a la forma tradicional de convocar en las sociedades rurales.
El término latino “concilium” (concejo) significa “reunión” en su literalidad, pero su sentido más preciso está relacionado con la asamblea de carácter territorial que se convoca para dirimir asuntos de la vida campesina —sextaferias, acuerdos, cotos de pasto— así como para el tratamiento de cualquier pormenor que aparezca recogido en las ordenanzas. La expresión “tocar a concejo”, referida al sonido expreso con el que se tañe la campana o el cuerno en el ámbito de cada comunidad, convoca todavía hoy a los vecinos de todo un entorno, habitualmente parroquial. Pastores sin duda habrían de ser quienes se vieron llamados a contribuir, de forma especial, con su conocimiento del medio.
Pero no es esta la única alusión a la implicación de las gentes de los Picos en aquellas operaciones: un rastro de topónimos radicalmente vernáculos salpica la crónica rotense, acreditando la precisa participación de la población autóctona en los episodios de Covadonga. En primer lugar, sorprenden las referencias tan concretas a los suelos del pastor, además de las alusivas a la propia “Coua Domnica” o Covadonga. Aparece bien identificado el monte “Aseuua” (Auseva), una curiosa mención del río “Enna”, que brota del monte citado y posee una onomástica en estrecha relación con el río Güeña, del que es afluente.
Precisamente la cuenca del Güeña aloja uno de los conjuntos más significativos de asentamientos invernales en la comarca, desde los que se aborda el acceso al macizo occidental de los Picos de Europa. El propio nombre del río Enna-Onna parece estar etimológicamente relacionado con voces prelatinas asociadas bien a cursos de “agua” o bien a “fresnos”. En uno y otro caso, bien sea por el hidrónimo que da nombre a uno de los valles más nutridos de pueblos pastores, o bien por nombrar al árbol más vinculado a sus actividades, la relación con su espacio cultural queda bien atestiguada. Pero las referencias más interesantes son las que acompañan la huida de una fracción musulmana que atraviesa la totalidad del macizo antes de acabar sus pasos en La Liébana (“Liuanam”).Tanto la versión Rotense como la A Sebastián, refieren la subida a la cima del “Aseuua”, el paso por “el cortado del monte que el pueblo llama Amossa” (Amuesa), la aproximación a “Causegaudia” (Cosgaya) y la precipitación fatal sobre río “Deua” (Deva).
El itinerario, tanto si se respalda en la realidad de los hechos, como si es el resultado de una recreación posterior, presupone un conocimiento muy preciso del medio, y resulta de imposible realización sin el concurso de sus conocedores. Lo refrenda la gran longitud del itinerario —todo un recorrido transversal de los Picos de Europa— la expresión referida a la orografía de Amuesa y, significativamente, la alusión al pueblo como generador del topónimo. Recuérdese que la majada de Amuesa, colgada sobre la garganta del Cares, es uno de los emplazamientos más adentrados en el espacio de Los Picos, siendo los vecinos de la parroquia de Bulnes sus titulares.
Y si traemos aquí esta relectura de las crónicas medievales asturianas, redactadas apenas ciento cincuenta años después de los sucesos que las motivaron, es con el fin de reconocer entre sus líneas la esporádica participación de los pastores de Los Picos en la historia oficial, confeccionada siempre de espaldas a su realidad, realidad geo-física y social que continúan habitando. G.B.